Desde Abril sin catar nieve y casi dos meses sin pisar montaña. ¡Vaya mono!. Teníamos preparada una ruta la semana anterior pero el mal tiempo aguó literalmente nuestros planes, la de Octubre también se canceló. Y como el menda lerenda que como turrón de almendra, es decir: yo, necesitaba castigar un poco las músculos y darle marcha a la patata, opté por pegarme un pateo al más puro estilo cramponero y hacer alguna cuesta que mereciera la pena y al mismo tiempo fuera factible hacerla en solitario. Había varias opciones, al final me decanté por La Mira atacándola desde el Sur.
Comencé la marcha en la Plataforma del Nogal del Barranco, en la localidad de Guisando (Ávila). Según acaba la carretera sale un camino a la derecha de la rotonda que sin apenas cuartel te lleva hasta el Refugio Victory. A las 06:50 la noche es todavía muy cerrada pero el camino es ancho y con un frontal se va muy bien, es muy difícil despistarse incluso de noche. Y pasito a pasito en algo más de una hora llegué hasta la Fuente Macario, ya empezaba a clarear y se apreciaba claramente lo majestuoso del paisaje, que espectáculo. Pocos metros más adelante de la fuente me encontré con un cabrón despistado o adormilado que no se percató de mi presencia hasta unos pasos antes de alcanzarle, menudo susto se llevo el pobre, aunque si hubiera sido al revés ...
Para subir al refugio preferí hacerlo por las zetas. La otra alternativa, por La Apretura, es desaconsejada por desprendimientos, de hecho en el cruce hay un cartel indicándolo que no recordaba haberlo visto en anteriores visitas a esta zona. Me lo tomé con calma, hice fotos y disfruté mucho del paisaje mientras amanece. Llegué al Refugio Victory casi a las 09:30h, calibré al altímetro del GPS y el del nuevo reloj comprado a través de la federación de montaña (que no funcionó nada bien) y sin tan siquiera quitarme la mochila continué hacia arriba, quería aprovechar para avanzar lo máximo posible antes de que el sol superará Los Galayos y atizara de pleno.
A partir de los 2100 metros de altitud comencé a pisar nieve ¡bien! y como hacía frío estaba dura ¡bien!, tiré un poquito más para arriba y en el primer resbaloncillo me calcé los crampones ¡bien!, los había acarreado ¡y los iba a utilizar!. Ascendiendo unos 100 metros más, la pendiente disminuye muchísimo, pero la nieve estaba ideal para los crampones, además cuanto más arriba menos roca así que fue un verdadero gustazo este tramo tanto de ida como de vuelta. Nunca había estado en esta cima, había leído mucho sobre ella y me esperaba algo parecido a Peñalara o Cabezas de Hierro (ambas en Guadarrama para quien no lo sepa) en esos momentos que solo falta que alguien se dedique a vender cervezas y bocadillos de la cantidad de almas que a veces nos juntamos. Debí tener suerte o madrugué mucho, no había nadie en la cima, a los alrededores tampoco y más lejos todavía menos, no me lo podía creer, era el rey de la montaña. Paré un ratín para disfrutar del paisaje, la soledad, hacer fotos y comerme un bocata de ¡paletilla de cordero!, que lujazo.
En menos de media hora ya estaba de regreso por el mismo camino, buscando las cuchilladas de mis crampones para tantear la transformación de la nieve, no había transcurrido una hora y se apreciaba como se iba tornando a nieve paposa. Si el termómetro del reloj funcionaba bien, a las 11:40 marcaba 10.8ºC casi en el mismo punto donde paré a ponerme los crampones y en esta ocasión me los quitaba, aproximadamente 2.150 metros de altitud. Ahí ya escuché los primeros sonidos humanos, alguien subía; como hacía solecito decidí hacer otra parada para que se secarán al sol los crampones, polainas, piolet y tomar un ratito de aire puro. Al reanudar la marcha me topé con un grupo de tres chicos y dos chicas que subían, intercambiamos los holas de rigor y me giré para ver lo poco equipados que iban para meterse donde parecía que se iban a meter. Uno de ellos dijo en voz alta que me había girado para "recrearme la vista", así que no dije nada y continué descendiendo hasta el refugio, espero que fueran consecuentes.
El descenso a todo trapo, quería llegar pronto para coger cobertura y llamar a Almu, la había dejado muy bien informada de mis intenciones, pero ahí, no se puede llamar hasta que no estás abajo del todo, así que pisé el acelerador y antes de las 14:00h llegaba a la plataforma. En total casi 7 horas de marcha con 1 hora de paradas recorriendo según el GPS 12,01 km. La plataforma se encuentra a 1.100m y La Mira a 2.364m, eso supone 1.264m de diferencia; el GPS indicó 1.260m de ascensión acumulada. La dificultad técnica no es excesiva, aunque es imprescindible ir con equipación y saber usarla; el asunto de la orientación es sencillo pero requiere saber donde se anda y tener en cuenta que el tiempo puede cambiar muy fácilmente. Y por último hay que considerar que hay que hacer primero 6 kilómetros de constante subida tirando de patata y luego los mismos 6 kilómetros de constante bajada tirando de pies, piernas, rodillas... Por todo esto voy a considerar la ruta como difícil.