miércoles, 14 de septiembre de 2011

2011-08-25 - Descenso del Sella


Primer contacto con deportes de remo. Técnicamente muy sencillo, por lo que tengo oído a los que entienden, pero físicamente exigente para quien no esté acostumbrado a remar con asiduidad. Queríamos hacer algo diferente en familia estas vacaciones y esta era una actividad que podíamos realizar en un solo día, aunque nos costase madrugón y kilometrada. El lugar de inicio de la aventura fue en Les Arriondes, un privilegiado pueblo Asturiano a situado a los pies de Los Picos de Europa en una frondosa vega bañada por los ríos Sella y Piloña, justo en este pueblo es donde el Piloña vierte sus aguas al archifamoso Sella.



25 pavos los adultos y 15 pavos los menores de 10 años. Con eso dispones de una canoa (de una, dos o tres plazas) con sus remos claro, un salvavidas, un bidón estanco con comida (por barba un bollo preñao, una empanada de bonito, un huesito y una botella pequeña de agua), el seguro, un pequeño cursillo de cómo remar y un vestuario con ducha. En el recorrido hay chiringuitos donde también se puede comer y beber siempre y cuando la cartera esté bien dispuesta, una cerveza de lata 2 euros.



El recorrido desde Les Arriondes es el que se lleva haciendo desde hace unos 70 años, su longitud es de unos 15 kilómetros hasta el Puente de San Román. También se puede hacer uno de aproximadamente la mitad, en el Puente de Toraño. Comentar que ademásn nos brindaron la posibilidad de recogernos en cualquier sitio, si fuera necesario, avisando por el móvil. Nosotros paramos un par de veces y tardamos aproximadamente cuatro horas o cuatro horas y cuarto en hacer el recorrido completo, con cuatro pares de narices. Bueno, cinco pares si contamos los de Zara que también se vino aunque no remó.




Nuestra sensación… muy positiva. Lo pasamos bien y algún ratín un poco mal, como debe ser. Los paisajes acongojantes por no decir eso con lo que rima. El día maravilloso, cálido pero con una ligera "nubosidad variable" que hizo que no nos achicharráramos en exceso. El trato estupendo, al igual que la comida. Y además todo terminó sin novedad, con las pequeñas anécdotas que estuvimos comentando al menos durante dos o hasta tres días, casi el mismo tiempo que duraron las agujetas más persistentes.

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